El 2 de agosto de 2011 ha sido un día muy triste para Villa Rabitos. Y lo va a seguir siendo durante mucho mucho tiempo… Todos los que desde mediados del siglo pasado hemos visitado habitualmente sus calles, saludado cordialmente a sus vecinos y compartido alegremente sus vivencias durante estos más de cincuenta años, estamos hoy de luto por la marcha de Josep Sanchis Grau, Pepe para los amigos.
Este veterano historietista valenciano, página a página, semana a semana y durante décadas, edificó una de las etapas más gloriosas que ha tenido la historia del tebeo español gracias a su inmortal creación Pumby. Entrañable personaje que, sin duda, ha marcado toda su vida y obra, poblada de innumerables series que le hacen plenamente merecedor de todos los galardones que se entreguen aquí y allí en nombre del Arte, del Cómic, de la Historieta, del Noveno Arte y, en definitiva, de ese Tebeo que muchos quieren -queremos- dignificar con palabras, con hechos, con gestos y con actitudes, y que muchos amamos desde lo más profundo de nuestro ser. Ese tebeo forjado con herramientas tan aparentemente sencillas como un lápiz, una pluma o una simple hoja de papel a la que dan vida la imaginación y la maestría creativa, narrativa y gráfica de autores como el que hoy traemos a estas apresuradas líneas.
Me enorgullece afirmar y reafirmar que he sido muy afortunado por conocerle personalmente, admirarle, aplaudirle y sentir muy cercana su amistad durante los pasados veinte años. Me resisto a limitarme a recopilar y recitar datos y más datos biográficos sobre su persona y su obra, preferiría recordar sensaciones, anécdotas e irrepetibles momentos vividos a su lado y al de algunos de sus seres más queridos, dotados como él de una humanidad desbordante…
Ya a comienzos de la década de los noventa tuve la suerte de participar en un cálido homenaje que se le realizó en una tristemente desaparecida librería valenciana, aquella entrañable Krypton que tan buenos recuerdos nos ha dejado. Pocos años después, concretamente en 1998, tuve el placer de coordinar y escribir el único libro publicado en todo el mundo sobre Sanchis, gracias al talento y generosidad de un buen número de colaboradores que me acompañaron en aquel grato viaje. Un homenaje en toda regla a su persona y obra que contó asimismo con una magna exposición que se pudo disfrutar en el Museo de Etnología de Valencia y que posteriormente recorrió diversas poblaciones de la Comunidad Valenciana. Sin duda, aquello marcó un antes y un después en mi trayectoria personal y profesional. Pero era inevitable que así fuera, teniendo en cuenta que mis primeros recuerdos de infancia irán siempre ligados a encontrarme leyendo las historietas, los viajes extraordinarios (Verne dixit) de aquel Gatito feliz que nos transmitía semanalmente a todos nosotros esa felicidad con su sonrisa perenne, sus encantadores pantaloncitos rojos (con los que inevitablemente nos identificábamos los niños que por aquel entonces éramos) y que, primero por el selenium, y posteriormente al ingerir zumo de naranja, se transformaba en Super Pumby, ¡nuestro primer súper héroe! avisándonos ya de futuras pasiones historietísticas. Recordémoslo brevemente:
Pumby, el Gatito Feliz
El Gato Felix, el Gato Fritz, la Gata Loca, Garfield… el universo de los cómics ha estado poblado desde sus orígenes por un sinfín de felinos que nos han hecho reír, llorar y, hasta pensar, a varias generaciones de lectores. Pero a los niños españoles nacidos entre 1950 y principios de la década de los setenta, el minino que realmente nos hizo soñar y viajar a una fantasía infinita de magia, humor y color, no ha sido otro que Pumby, el Gatito Feliz, una creación de Josep Sanchis (sin acento ortográfico sobre la “i”, por favor) para la Editorial Valenciana, una serie que pertenece por antonomasia a la memoria colectiva de la sociedad española.
La Editorial Valenciana fue fundada en los años treinta por Juan Puerto Vañó, con héroes legendarios como Roberto Alcázar y Pedrín o El Guerrero del Antifaz. Sería esta misma empresa la que, desde su calle del Papa Calixto III, arroparía las aventuras de Pumby, junto a toda una legión de personajes en una interminable lista de cabeceras, hasta su cierre definitivo a mediados de los ochenta.
Puerto, junto a José Soriano Izquierdo, dibujante de la casa para la que ejercería de director artístico durante buena parte de su existencia, sacaron a la calle obras de muy diversa temática, formato y contenido. Entre los cuadernos cómicos que continuamente cambiaban de título o permutaban las leyendas que ofrecían en sus portadas, apareció “Jaimito”, que junto a “Pumby” y “Mariló”, serían los estandartes cómicos de la casa. En todos ellos se daría a conocer José Sanchis, dotado de una facilidad innata para el dibujo y el humor.
Nuestro gato apareció por primera vez en el número 260 del seminal “Jaimito” con una historieta que concluía con un sencillo gag visual y que, por lo visto, gustó lo suficiente para que el personaje poseyera colección propia al poco tiempo. Así, unos meses después, en abril de 1955, su nombre encabezaría y daría título a una de las mejores, quizás la mejor, revista humorística para niños de la historia del tebeo español. Calidad y popularidad no estaban reñidas en esta ocasión y el éxito que acompañaría a la publicación durante décadas fue más que merecido. Como lo fue la concesión de Premio Nacional en 1963, 1966 y 1975 a la mejor publicación infantil en España.
Sanchis, junto a genios del humor y de la historieta como Liceras, Castillo, Cerdán, Grema, Carbó, Karpa, Nin, Palop, Edgar, Lanzón o Rojas de la Cámara y personajes y series tan carismáticos como Payasete, Fu-Chinin, Peluca, La Alegre Tripulación del Barquito Cascarón, Caperucita Encarnada, El Corral, Plumita, Trompy, Ivanchito y Barbudín, por citar tan solo una pequeña lista de los más asiduos en la publicación, se merecían esos galardones aunque durante décadas ya tuvieran el aplauso y el apoyo de varias generaciones de niños para los que siempre fueron unos fieles amigos.
Fantasía sin límites
Josep Sanchis Grau nació en la ciudad de Valencia el 19 de Junio de 1932. A los doce años entró en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios. No tardaría muchos años en hacer llegar a través de un amigo de su padre, algunas muestras a la Editorial Valenciana, que, junto a sus colaboraciones en el célebre Taco Myrga, constituyó el inicio de su carrera con personajes tan inolvidables como el Soldadito Pepe, el Mago de Coz, Sandokancio, el Capitán Mostachete, Record Boy o ya para la Editorial Bruguera, el simpático Robin Robot. Pero sería sobre todo en las aventuras de su conocido minino donde la explosión de creatividad del autor se plasmaría más patente y longeva.
Ya sea en aventuras breves o de “continuará”, a blanco y negro, a dos tintas o en color, Pumby siempre se nos aparecerá alegre y feliz. Será el portador de la amistad y la paz allá donde vaya, rescatando princesas, perdonando al enemigo y convirtiéndose en un verdadero héroe. Pero, ante todo, buscando y encontrando la complicidad del joven lector que descubrirá en sus aventuras, además, un pórtico para la ensoñación y la imaginación.
Aunque afirmemos que en las miles de páginas protagonizadas por Pumby y sus compañeros se siguen los esquemas de la fábula maravillosa, acertaremos al añadir que Sanchis lleva mucho más lejos su obra, partiendo de un onirismo absurdo y libre para indagar en los límites de la fantasía y producir un inteligente estudio de esa ensoñación infantil con la libertad de actuación que ofrece a sus personajes, ya exentos de cualquier atadura que la mente humana del autor pueda constreñirles.
Con un grafismo eficaz, en el que todo es llamativo en colores y formas, la mayor originalidad de las aventuras de Pumby se vuelca en las estrictamente fantásticas, con universos inverosímiles poblados por los seres y objetos más insospechados, pertenecientes a mil y un microcosmos por los que se moverán sus protagonistas con total impunidad. Podríamos hablar largo y tendido igualmente de la vistosidad plástica de las cubiertas protagonizadas por Pumby, o de los geniales logros visuales que fue volcando a lo largo de los treinta años de existencia del personaje, con ese absoluto dominio del ritmo cinematográfico que impregna a sus aventuras siempre moldeadas por el humor y elementos entresacados del relato maravilloso y del cuento.
El uso de la trepidante acción, del gag y la difícil sencillez con que aborda cada uno de los temas que toca, cualquiera de las increíbles hazañas argumentales a las que somete a sus personajes, son otras de las claves del éxito de la obra de este autor, y de sus planchas bordadas con una riqueza plástica que rozaría la perfección en cuanto a diseño de paisajes, concatenación de viñetas y un largo etcétera de logros visuales.
Nos negamos, aquí y ahora, a citar el título de una sola de las aventuras de Pumby, ya sea cualquiera de las ambientadas en mundos irreales o protagonizadas por su alter ego super heroico, como la más doméstica hazaña que realizara junto a sus inseparables Blanquita o el Profesor Chivete en la idílica Villa Rabitos, base de operaciones de su particular universo animalizado.
La obra de Sanchis merece ser estudiada con detenimiento, deteniéndose una y otra vez en sus innumerables series y etapas, reviviendo aquellos años y recorriendo varias décadas de nuestra Historieta con él… Toda una vida dedicada al dibujo, al humor, a la fantasía y a la creación de historias que han cautivado a varias generaciones de lectores, protagonizadas por personajes ya citados anteriormente algunos de ellos pero que no me resisto a citar nuevamente: del magistral Pumby a Sandokancio, del dinámico Soldadito Pepe a Robin Robot, del cascarrabias Mago de Coz a cualquiera de los habitantes de Villa Rabitos. Deberíamos igualmente detallar y catalogar todos sus trabajos, desde sus iniciales colaboraciones en el Taco Myrga al futurista Kuasar P., sin olvidarnos su faceta “valenciana” con aportaciones sublimes en “llibrets” falleros o sus últimos trabajos ilustrando volúmenes y publicaciones muy diversas y, por supuesto, su trasvase al mundo de la animación…
Pero nuestra recomendación final no puede ser otra que, aquellos afortunados que atesoren en sus propias colecciones parte de su magna obra que la revisen, o, simplemente, que la vuelvan a leer con los ojos de un niño de diez años o de cuarenta… no importa… seguro que después de hacerlo aplaudirán, como aplaudimos nosotros a este genio llamado José Sanchis que, rectificando las palabras iniciales de este -ya lo había avisado- demasiado apresurado escrito,… me equivocaba: no se ha ido, nunca lo hará. Él, Pumby y el resto de la alegre troupe de Villa Rabitos siempre estarán con nosotros gracias a esas historietas plasmadas en miles y miles de maravillosas planchas que una vez fueron simples hojas de papel en blanco…
“A todos esos maravillosos amigos, seres alados o no, diminutos o grandes, que nos acompañan en este planeta y que han sido, salvo honrosas excepciones, acosados, diezmados, perseguidos, cazados, torturados y… ¡No más, por favor! Al humanizarlos en mis historietas dejan de ser irracionales y al animalizarnos para aproximarnos a ellos quiero rendirles mi homenaje de admiración y afecto”.
(“Dedicatoria de todas mis obras”. Josep Sanchis Grau).
Antonio Busquets
Valencia, a 3 de Agosto de 2011