ENTREVISTA A MIGUEL ÁNGEL PLANA
Bueno, pues haciendo un mal chiste, como diría Jack, el destripador, no el de las habichuelas mágicas, vayamos por partes.
Respecto a la preferencia y la pasión no cabe la más mínima duda que la gente de mi generación, los sesenta, nos criamos con la televisión y una época dorada para el medio en todos los sentidos. Disfrutábamos, nos aterrorizábamos, con los Chichos, padre e hijo, jajaja y todas aquellas joyas americanas. “Historias para no dormir”, “Es usted el asesino”, “Los invasores”, “Tierra de gigantes”, “Perdidos en el espacio”… Ese era el menú. Eso me llevó, junto a la permisividad de mi padre, otro cinéfilo que había heredado del suyo la afición, a tratar de colarme en el comedor de casa para ver cualquier película de terror que se proyectara en el aparato. Así comenzó mi afición por lo fantasmagórico. En otro orden de cosas, con mi abuelo vi sobre todo mucho western. El sentido de la maravilla me fue inculcado, una vez más, por mi padre, que me compró mis primeros libros de Julio Verne. Y el gusto por la cultura popular, como fuente de disfrute y conocimiento, también es herencia paterna. Recuerdo esos domingos por la mañana en la Plaza Redonda, cargado de tebeos y literatura de bolsillo. El Londres neblinoso del Inspector Dan, la España romana de “el Jabato”, los Aznar… Hay que ver lo importante que es un padre en la vida de un niño, jajajaja...
A mí me ha pasado lo mismo con Plana Jr., jajajaj...
Yo también era muy crédulo en aquellos años (creo que fui el último del cole en enterarme de la amarga verdad sobre los Reyes Magos), y todo aquel mundo de fantasía me parecía real. Creía firmemente en fantasmas, monstruos, brujas, casas encantadas,…. Eso me llevó de rondón a interesarme por todo el mundo del ocultismo y la parapsicología y la ufología. Encontrar confirmación, con muchas de aquellas teorías, a la luz de los conocimientos de hoy, totalmente descabelladas, de la realidad de los fenómenos y situaciones o personajes en los que quería creer. Mulder y yo hubiéramos sido buenos amigos.
Realmente, por mi afición a Verne y al cómic, mi primera pasión fue la literatura. Siempre estaba leyendo. Por supuesto, casi todo fantástico (hasta bien pasada la adolescencia no me empezó a interesar otro tipo de literatura). Ese fue mi primer gran amor.
Como era un tío raro, y siempre estaba encerrado en casa leyendo, mis padres, un poco preocupados por mi estabilidad mental, insistían en que saliera a la calle. No me interesaba demasiado la gente en aquellos años, así que tenía pocos amigos. De ese modo me tenía que refugiar en las añoradas salas de reestreno. Así me llegó el segundo flechazo (tras un breve idilio infantil en los cines de barrio de tres películas). Empecé a comprar revistas, a profundizar, a ver mucho cine en televisión. Los fantasmas habían perdido la partida, aunque, innegablemente, la preferencia genérica siempre está ahí. Si bien, mi película fetiche es un western: “Grupo salvaje”. Supongo que porque en el fondo habla de la amistad.
Quizá esa cultura “de barrio” es la que me ha llevado a mi siguiente proyecto. En plan nostalgia “paradiso”. Un estudio social, crítico, casi antropológico, sobre el oficio de proyeccionista. En colaboración con un amigo que desempeñó ese empleo, y actualmente está en el paro. Con muchas entrevistas a los muchos supervivientes que todavía quedan en nuestra comunidad que alegraban nuestras tardes de antaño.
Respecto a mi entrada por la puerta grande en esta profesión, por llamarlo de alguna manera, vino todo rodado y de la misma mano. Poco antes de casarme, hablando con un amigo de todo este tipo de cine y de las películas que veíamos de Aured, Naschy, Ossorio, etc…, tuvimos la descabellada idea de hacer algo al respecto, en plan un poco reivindicativo, con más medios e imaginación. De ahí surgió “Unidos por la sangre”, en una época en la que, esperábamos, resucitar el fantástico y el fandom por todo lo alto. Fuimos una especie de francotiradores. Pero no nos acompañó la fortuna y la película nunca vio la luz. Sin embargo, en una especie de mimetismo, destapamos la caja de Pandora y más gente, que ya había comenzado a hacer sus pinitos en el terreno del corto y demás, comenzaron a desfilar y a llenar con su talento nuestras pantallas. El fandom resucitó y cada vez más publicaciones comenzaron a hablar de aquellos años y las viejas glorias a reverdecer, con desigual fortuna, desde los precarios manuales de historia del cine confeccionados por la gente que realmente ama el cine. Eso me llevó a conocer a un montón de buena gente que había admirado en pantalla y a publicar yo también. De mi intento de llevar a las salas mi proyecto, apoyado por esas personas a las que admiraba (Taylor, Naschy, Ibáñez Menta, Victor Israel, Patty Shepard…) surgió también mi inmersión en el mundo historiográfico con aquel ya mítico “Flash-back” de mi amigo Busquets, junto al maestro Carlos Aguilar. Precisamente la pieza fundamental de todo ese engranaje, cuando ya trabajaba en la programación golfa del Plus, fue trabar amistad con Carlos Aured a través de otro gran amigo común al que le había echado una mano en el montaje de un corto.
Así emprendí diversos contactos, y trabé relación con mucha gente, gracias a ese proyecto iniciático, con el que me embarqué en distintas actividades: productor de cortometrajes, actor ocasional en spots televisivos, distintos guiones que no encontraban salida, festivales de cine…
De ahí a colaborar en prensa, radio y televisión, como comentarista o crítico cinematográfico, había un paso. Y hasta hoy, donde ha quedado únicamente esta última faceta.
- Al haber estado implicado prácticamente en todos y cada uno de los campos del negocio cinematográfico, permítenos que conozcamos tu opinión de primera mano. ¿Cuál es la valoración que tienes de la situación actual del mercado del cine en España?
Lo primero y más importante que me ha enseñado esta implicación es el respeto. No valorar negativamente cualquier película al saber, de primera mano, lo difícil que resulta, la cantidad de gente que se ve inmersa en un film y el valor que tiene el trabajo de todos ellos, que se lo toman la mayoría en serio, independientemente del resultado final, que te podrá gustar o no. Lo importante es no menospreciar todo ese trabajo.
Respecto al mercado español, yo diría que la situación actual es bastante patética, con muchas dificultades y trabas de todo tipo. En líneas generales. Eso no quiere decir que haya intentos aislados de originalidad y buenos profesionales. Pero seguimos con los mismos esquemas de antaño en los guiones, si bien antes el humor era más inteligente, ahora tiende a lo zafio (también por influjo de la televisión). Respecto al género, creo que se hacen cosas importantes. No obstante, la situación actual, a nivel económico, no permite tampoco demasiadas veleidades. Si bien el dinero es lo de menos si se suple con inteligencia.
La única posibilidad de haber creado una industria cinematográfica fue precisamente en los años setenta, con la eclosión del Fantaterror y el auge de las co-producciones. La búsqueda de financiación privada propia y ajena, la personalidad arriesgada de gente como Pérez Giner o Modesto Pérez Redondo, o Paul Naschy, mismamente. Pero todo eso se lo cargó el mandato de Pilar Miró y el apoyo institucional de productos, supuestamente intelectuales y de más calidad, que no iba a ver nadie, en detrimento del cine puramente comercial. Se dejó de hacer negocio por la sola espera del bote gordo. Y esa herencia ha pesado hasta ahora. La protección es buena, hasta cierto punto. Pero cada vez, cineastas más jóvenes, le están echando huevos e ingenio para romper esas barreras. Aunque los más talluditos no se cansen de dar la murga en los Goya quejándose de la falta de apoyo institucional. Algunos querrían volver al pasado y seguir haciendo películas sobre la guerra civil.
Como decía el gran Pumares, el cine es un negocio que de vez en cuando produce obras de arte.
Miguel Ángel Plana "escoltado" por los hermanos Villalta, Óscar y Marta, en el pasado Fantasti´CS14.
- Has visitado muchos festivales de cine de género ¿Dónde fuiste mejor y peor recibido?
La verdad es que en todos me lo he pasado pipa, rodeado de buenos amigos, haciendo amigos nuevos, y sobre todo viendo buen cine. Pero, por supuesto, donde más he disfrutado siempre ha sido en Sitges. Si bien, considero que a nivel institucional y de certámenes, creo que donde peor lo he llevado ha sido en mi propia tierra. Jamás he participado de ninguna actividad de la Filmoteca, ni se me ha llamado para colaborar en ninguna publicación o ciclo. Lo mismo que en Cinema Jove o la extinta Mostra. Aunque sí que haya estado relacionado con algunos de esos eventos tangencialmente, y tenga muy buenos amigos que si que participan de los mismos.
En esto, como en todo, hay círculos muy cerrados, donde todo el tiempo se pasan lamiéndose el culo los unos a los otros. Es muy difícil entrar, y si atacas de algún modo a alguno de esos círculos, entonces estás condenado.
Siempre son los mismos los que organizan todos los cotarros y los que chupan de las ayudas para proyectos, en muchas ocasiones, carentes de calidad e inteligencia.
- Cuéntanos alguna anécdota ¿Conociste a alguno de tus “héroes” del cine?
Mira, por afinidad geográfica, por patriotismo, por afición… La experiencia más bonita fue estar sentado enfrente del gran Don Narciso Ibáñez Menta y escuchar sus propias vivencias de primera mano, con esa voz tan característica que me traía el recuerdo de todos mis miedos infantiles. Si encima te va enseñando sus trucos de maquillaje… Recibir consejos paternales y ánimos para seguir haciendo lo que hago de Paul Naschy, compartir bocadillo con Jack Taylor, recibir llamadas de teléfono de Carlos Aured durante el difícil rodaje de Empusa para ver cómo me encontraba tras mi divorcio… Esos son mis héroes. No los Karloff, ni los Chaney.
- ¿Qué importancia han tenido las redes sociales (de las que sabemos eres un ferviente seguidor) a la hora de darte a conocer?
Pues para mí ha sido muy importante. Cuando mi hijo era pequeño, salvo las ocasionales colaboraciones en prensa y radio, todo esto lo tuve paralizado. Cuando dejó de ser pequeño, coincidió con mi independencia forzosa. Tenía más tiempo y facebook acababa de nacer…, así que, poco a poco, fui conociendo gente afín y gracias a ello volví al ruedo.
- Has debutado por todo lo alto en la bibliografía cinematográfica con un libro consagrado al cineasta Carlos Aured. ¿Qué te atrae de este cineasta injustamente olvidado?
Algunos de sus films son de culto. Tenía talento, pero los condicionantes de mercado lo arrollaron obligándole a hacer cine para comer más allá de las expectativas que él tenía. Siempre quiso algo más que no llegaba. Incluso nuestros diversos proyectos conjuntos eran borrados de un plumazo. De él aprendí mucho. Este libro es una deuda que yo tenía con él más que una reivindicación.
- Háblanos de otra figura mítica de nuestro cine: Paul Naschy. Durante un tiempo "Empusa" (su último trabajo en el cine, co-dirigido con Carlos Aured) fue un proyecto fantasma.
De Paul, al contrario que otros, sólo puedo decir buenas palabras. Cuando conocí a ambos, más o menos ya habían retomado su relación de antaño, pero en el tiempo que conseguí implicarlos en mi proyecto terminaron por limar todas las asperezas que quedaban entre ellos.
La Historia del Cine Español ha cometido una injusticia con Paul. Y algún día alguien debería hacer algo al respecto.
-Imagino que este proyecto no es flor de un día, que como crítico de cine en todas sus vertientes es algo que tendrías en mente desde hace bastante tiempo. ¿Qué circunstancias concretas te animaron a convertirlo al fin en una realidad?
En realidad me faltaba un empujón. Me lo dio un tal Adsuara. Creo que lo conoces.
—¿Estás satisfecho del resultado final?
De lo que más satisfecho estoy es de haber podido contar con la inestimable ayuda y la sabiduría de dos monstruos como Ángel Gómez Rivero y Carlos “Serendipia” Benítez.
—Tras este prometedor debut, ¿tienes en mente más proyectos, algún otro libro?
Por supuesto que sí. Ahora que he vuelto a empezaaaaar!!!, no pienso parar. Jajajaja... Hay varias ideas circulando por mi mente, una ya casi consolidada, un par de ideas a las que le faltan un empujón y otra cosita junto a un proyeccionista de cine valenciano que estamos moviendo y que, de momento, no parece interesar a nadie. Algo un poco antropológico, casi. Y hasta aquí puedo leer.
- Ya para terminar, ¿Nos dices algunos de tus títulos favoritos del Fantaterror español?
Hay muchos, y ninguno es de Jesús Franco. “Pánico en el transiberiano”, “No profanar el sueño de los muertos”, “El refugio del miedo”, “La noche del terror ciego”, “La marca del hombre-lobo”, “El caminante”, “Los ojos azules de la muñeca rota”…