Desde sus inicios, el cine propició la necesidad de atraer al público con el nuevo espectáculo. Valiéndose de las imágenes fijas de las películas, el dibujante o el pintor, el rotulista y el impresor desarrollaron la incipiente publicidad como nueva profesión para dar forma a productos audiovisuales, hasta entonces desconocidos cuya influencia provenía principalmente de los Estados Unidos.
Es curioso descubrir también los cambios que se efectúan en los títulos de las películas al traducirlos al castellano. La traducción está determinada por factores culturales y por el objetivo de captar la atención al público.
Son las distribuidoras y productoras, a través de sus departamentos de marketing, quienes deciden de qué forma traducen los títulos originales de las películas. A pesar de que en muchos países se opte por conservar los títulos originales, la traducción seguirá siendo necesaria ya que en muchos casos aclara el original aportando información adicional.