La exposición se enmarca dentro del ciclo del MuVIM Cómic ON y está formada por dos exposiciones que analizan el auge del cómic norteamericano y su influencia en la Península. En la Sala de Alfons Roig, la muestra «La eclosión de los clásicos» aborda el impacto que tuvieron aquellos personajes creados a lo largo de la primera mitad del siglo XX. En el Hall del Museo se expondrá «El inicio del cómic en la Península», una muestra que hace hincapié en la influencia que tuvieron los cómics de la prensa norteamericana del siglo pasado en España.
El cómic –o la historieta- es una expresión artística tan importante que los expertos no han sabido ponerse de acuerdo a la hora de fijar un origen concreto. Puestos a buscar antecedentes, hay quienes han querido fijarse en la literatura popular, concretamente en los romances ciegos. El cómic nació –dicen- en aquellos carteles baratos, populares y secuenciales, que combinaban textos explicativos con dibujos ilustrados. Con el objetivo de que la audiencia, medio o completamente analfabeta, entendiera mejor la sátira o el drama.
Pero la historieta moderna, aquella que se define por un dibujo acompañado de un texto que no es redundante y completa la imagen, incluso dentro de un bocadillo, un globo de texto o una exhalación, nace en Estados Unidos. El cómic nace, así pues, en la prensa americana cuando comienza la centuria pasada. No es gratuito que se hable de él como un arte del siglo XX. Como el jazz o el cine.
Portada de la revista Action Comics en la que apareció por primera vez Superman (1933)
Ahora el MuVIM presenta dos exposiciones dedicadas a este género que es considerado por algunos como el «noveno arte». En la Sala de Alfons Roig la muestra «La eclosión de los clásicos» aborda el impacto que tuvieron aquellos personajes creados a lo largo de la primera mitad del siglo XX —y especialmente en la década de los 30— con personajes tan simbólicos como Flash Gordon, Jungle Jim, El Principe Valiente o Tarzan. El cine no tardó en adaptarlos a este formato, primeramente en forma de seriales que se proyectaban como cortometrajes antes de la película principal (Flash Gordon, Mandrake) o, con un mayor presupuesto, como largometrajes (Tarzán, El Principe Valiente).
El Guerrero del Antifaz adaptaba los cánones del héroe norteamericano al imaginario patrio. El personaje está históricamente ubicado durante el reinado de los Reyes Católicos y es deudor de la idea de reconquista: un concepto con el que también se identificaba el régimen franquista. No en balde, apareció en 1944.
En el hall del museo se expondrá «El inicio del cómic en la Península», una muestra que hace hincapié en la influencia que tuvieron los cómics de la prensa estadounidense del siglo pasado en España. Las historietas norteamericanas supusieron auténticos éxitos de venta que atravesaron fronteras para ser traducidos en diferentes idiomas y adaptados a otras culturas. Embaucados por la influencia americana, aquí se empezaron a crear personajes propios e historias adaptadas al imaginario hispánico. Revistas como TBO —que dieron nombre a todo el género— Chicos o Mickey, llenaron de aventuras las mentes de los niños de diversas generaciones. De hecho, personajes como Roberto Alcázar, de Juan Bautista Puerto y Eduardo Vañó Pastor, el Guerrero del Antifaz de Manuel Gago o El Capitán Trueno de Víctor Mora Pujadas y Miguel Ambrosio, fueron más conocidos en la posguerra que muchas estrellas de Hollywood.