jueves, 12 de febrero de 2009

Los Templarios, iconos del género terrorífico español


Una de las grandes aportaciones del fantaterror hispano al "Hall of fame" cinematográfico, es sin duda los templarios de Ossorio (sin olvidar al mítico hombre lobo patrio Valdemar/Naschy). Y cuando digo aportación española, lo digo más por el hecho de haber sido en nuestro país donde saltaron a la pantalla estos enormes iconos del cine fantástico, ya que aunque pueda parecer lo contrario, la congregación templaria no solo tuvo en España su radio de acción, ni mucho menos, abarcó muchos países europeos tales como Francia; Alemania, Reino Unido o Portugal. Pero no me adentraré en el mágico y misterioso mundo de los templarios, ya que me comería el espacio de este artículo.

El caso es que por una vez, los españoles nos adelantamos a otras grandes industrias cinematográficas a la hora de adaptar la imagen de los templarios. Quizás una de las figuras históricas más rodeada por el misterio y la leyenda. Leyenda a la que Ossorio supo darle un enfoque más terrorífico, reinventado su historia con detalles tétricos como su culto demoníaco con sacrificios humanos incluidos, o el de su ajusticiamiento; en el que son expuestos para que los cuervos les saquen los ojos (de ahí la ceguera del título), y por supuesto el más importante; su retorno zombificado con esos hábitos que parecen estar sacados de la excelente leyenda de Bécquer El miserere, sobre todo en la estupenda cabalgada de los templarios con la gran banda sonora gregoriana.


El impacto icnográfico de estos caballeros zombies, fue tal en su tiempo que dió lugar a tres secuelas, pero es que con el paso del tiempo fueron colocando a estas películas y a su director en el estandarte del cine español de género. Un cine que siempre ha sido visto con mejores ojos fuera que aquí. Y es que hasta hace unos años era más fácil conseguir copias de la tetralogía templaria en países como USA, Gran Bretaña o Alemania. Países donde estas películas son de auténtico culto, y donde son capaces de acercarse al cine de género sin prejuicios. Porque aquí, quitando la labor de unos pocos críticos y de unos cuantos aficionados que con sus fanzines han reivindicado estas obras, la mayoría de la prensa siempre lo ha visto como algo menor.

Se puede considerar que la reindivicacion del cine de Ossorio, y en particular de los personajes que el creó y le dieron la fama, llegó demasiado tarde a su país natal. A principios de los 90 serían algunos pocos fanzines como "Aullidos" nº1 (Madrid-1992), "Xacatrax" nº1 (Toledo 1993) o "Quatermass" nº3 (Bilbao-1998) quienes comenzarían a resaltar la importancia de su cine dentro de nuestro maltrecho panorama fantaterrorifico. La llegada de Internet propició que dicho hecho se fortaleciese hasta nuestros días convirtiendo a los hoy recordados templarios de Ossorio en iconos de una cultura alimentada por comedias apunto de extinguirse frente a la pronta avalancha de otro género que irrumpiría con mayor fuerza si cabe, el destape.


Pero tenemos que tener en cuenta que en muchas ocasiones fueron los productores extranjeros, en especial alemanes, quienes propiciaron la oportuna continuación de las andaduras templarias, aprovechando un filón en estado puro, y su consabido declive una vez se apago la mecha. Ossorio siempre reconoció que su primera película sobre los monjes ciegos fue la más cuidada a nivel de producción, técnica y guión de toda la saga, llegando a considerar sus secuelas como hijas bastardas. En sus propias palabras testificó que en el papel se veía todo muy bonito pero que al rodar los sueños se desvanecían. El principal factor de este escollo fue la paulatina precariedad que sufría la producción y que obligaba a Ossorio a acortar los rodajes y acelerar todos los aspectos técnicos de la película. Si tenemos en cuenta que para una película de estas características se necesitan unos medios técnicos de los cuales Amando de Ossorio se podía considerar pionero, la falta de capital acabó por aniquilar por completo a los temidos Templarios. A si pues tenemos cuatro largometrajes protagonizados por seres movidos por la más antigua de las motivaciones: La venganza. La influencia de "La noche de los muertos vivientes" (1968-George A. Romero) es más que clara, sin embargo su particularidad más relevante la podemos encontrar en la recreación de una atmósfera mal sana plagada de unos tópicos que establecen las reglas del cine de terror.


¿Pero?... ¿Qué es lo que convierten a estos personajes en figuras emblemáticas del celuloide terrorífico? Y la pregunta más importante ¿Era consciente Amando de Ossorio de la importancia que devendría de su terrorífica creación?


Seguramente no. Ossorio se podía considerar afortunado de poseer una imaginación desbordada que lograría trasladar a la gran pantalla no en tantas ocasiones como a él le hubiera gustado. La raíz del éxito lo motiva principalmente el aspecto y los medios que utilizan los monjes para llevar acabo sus venganzas. Hasta la pronta fecha de la primera cinta, en las pantallas españolas no se podía ver zombis como los diseñados por Ossorio. El mismo fue quién moldeó y diseñó por completo a estos seres moviéndolos por un espacio-tiempo del cual son prisioneros a lomos de unos no menos sobrecogedores caballos. Fue la novedad de estos personajes lo que permitió jugar a Ossorio con el espectador, sabedor de la sed que tenía el público, le ofreció algo que sobresalía de la mera insinuación. El modus operandi motivaba las muertes más horrendas y salvajes. Mutilaciones, desbrembramientos y sobre todo la impotencia de las victimas de no poder defenderse ante tal horror de ultratumba. ¿Cómo puedes matar algo que ya esta muerto?
Aparentemente ante una amenaza de estas características es fácil sucumbir ante el terror y esto lo sabia muy bien el padre de la criatura. El problema está en que es muy fácil caer en lo repetitivo y lo innovador se convierte en cotidiano. Para evitar caer en ello los guiones de Ossorio exploraron nuevas fronteras donde poder ubicar a sus templarios. En "El Buque maldito" los sumerge en la leyenda del holandés errante para terminar explorando el imaginario mundo de H.P Lovecraff en su ultima incursión "La noche de las gaviotas", cinta en la cual los templarios cambian de orden para adorar a un dios marino. Como podemos comprobar, es una pena ver como hoy en día nos vanagloriamos de los "éxitos" de ciertas actrices españolas en la meca del cine, o de ciertos directores patrios que solo reciben aplauso cuando ruedan películas que de no ser por ellos mismos serían completamente producciones americanas, y seguimos negando lo importantes e influyentes que han sido las películas de la época dorada del fantaterror español.
Un fantaterror español, que tiene el handicap de no tener un bestiario propio como si lo tiene por ejemplo el cine japonés con sus yokais, o con Godzilla y el Majin, o el mejicano con personajes como la llorona o Macario. Pero nadie duda de que los templarios zombificados son un legado del cine español, guste o no.





Y deberíamos preguntarnos que otra industria aparte de la todopoderosa norteamericana, o de las que hemos citado antes que tienen sus propios iconos, han sido capaces de aportar unos personajes tan poderosos al cine.





En estos tiempos que corren, en los que tanto se habla de crisis en el cine español, sería bueno preguntarse si queremos seguir copiando fórmulas, o si queremos dar un punto de vista diferente a lo que ya hay. Como hicieron un puñado de directores, productores y actores en los sesenta y setenta, apostando por la coproducción y por una forma de hacer cine que tiene más que ver con lo que somos culturalmente.



Quizás tras esta reflexión algún director se anime a que los templarios vuelvan a cabalgar en busca de venganza, más que nada porque en otros países ya lo están haciendo, y puede que cuando Hollywood fagocite el mito, y veamos una gran producción templaria, ya hayamos olvidado que esos caballeros que volvieron de la tumba, son parte nuestra. Y eso no puede ni debe pasar.




David García