Calentito
está el libro de ensayo "Mario Bava", cuarta contribución
del crítico e historiador Carlos Aguilar a la colección Signo e
imagen, de Cátedra. En esta ocasión, el infatigable e
incombustible Aguilar nos brinda un gran trabajo. Desde mi humilde
postura sólo un estudio de un maestro puede hacer justicia a otro
maestro, y es lo que, con el paso de los años, ha llegado a ser
Carlos Aguilar para mucha gente interesada, tanto del fandom como de
la crítica, tanto especializada como sin especializar: un maestro.
He disfrutado, como siempre, enormemente con este libro. Y también
he aprendido mucho con sus más de 330 páginas. Gracias, Carlos.
También gracias por la honestidad al desarrollar un trabajo donde
para nada nos encontramos con palabras huecas, capítulos repetidos,
abundando varias veces en los mismos constructos, y un desfile de
imágenes, más o menos atractivas, con las que se pretenda hinchar
un libro que, en muchas ocasiones no da para más o para suplir la
falta de artificio del redactor. En este último aspecto valgan
también los agradecimientos para Javier G. Romero por tu talento
como maquetador (además de otras cosas) y su abundante e interesante
material gráfico del que se nutren muchas publicaciones de este
país.
En
primer lugar, no cabe duda que un libro-estudio sobre una
personalidad del mundo del cine (salvo que sean las jugosas memorias
en prime-time, escandalosas y reveladoras, de una estrella del
celuloide, o un realizador brillante, pero con demasiadas sombras
para hacer cine en color) debería ser lo suficientemente interesante
y atractiva para que los curiosos y los amantes piquen el cebo.
También debería ser una figura muy poco estudiada o reflejada en
sesudos ensayos semiológico-rolleros de sectores ideológicos pobres
en gustos evasivos. Mario Bava cumple con ambas facetas.
El
libro estudia detenidamente toda la filmografía profundizando en
todos los méritos y toda la trayectoria profesional e intelectual y
artística del estudiado. Para ello, Carlos ha dividido la carrera
de Mario Bava en seis bloques. Desde sus años como director de
fotografía hasta desembocar en su decadencia, si bien, como
demuestra y convence Aguilar, ninguno de sus trabajos, siquiera los
menores, está exento de interés. El trabajo se completa con
múltiples declaraciones, testimonios, críticas y acotaciones que
enriquecen el discurso general, acompañado de una reveladora
bibliografía y una filmografía pormenorizada.
La
presentación del libro tuvo lugar el pasado 19 de abril a las 17:30
en la Filmoteca Nacional. Al término de la presentación se proyectó
“La máscara del demonio”.
Aguilar se desmarca de su rebeldía iniciática como miembro de un fandom transicional y en un exceso de rigurosidad pone a caldo a casi toda la cinematografía italiana del género en su nuevo libro sobre el maestro Mario Bava. No es oro todo lo que reluce, está claro. Y, como él mismo también reconoce muy fríamente, este tipo de cine (de géneros o de subgéneros) es fruto de un momento histórico y social concreto (en Europa, claro) que tuvo un comienzo, un nudo y un desenlace. Lo paradójico es que su mayor momento de gloria, casi coincide con el de su declive. Y lo mismo vale para el cine patrio.
Si
Bava gusta, reviste interés, y es admirado, ya no lo es tanto por
ser hijo de Eugenio Bava (podría decirse que el padre de los efectos
especiales italiano), como por ser un esteta consumado que imprime su
huella como una visión indeleble en la mayor parte de su obra más
significativa, creando su propio e inigualable e inimitable, pero
fácilmente reconocible, estilo. Sus comienzos de ayudante de su
progenitor, de especialista y trucajes y grandioso director de
fotografía, le permitió estar presente en gran parte de la historia
y evolución de la cinematografía italiana.
En
definitiva, un libro sensacional, escrito con pasión, pero sin
dejarse llevar arrebatadamente, sobre uno de los nombres clave del
cine de géneros, y sobre el cual existía un gran vacío editorial
en nuestro país.
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