lunes, 30 de agosto de 2021

CRÍTICA DEL CORTOMETRAJE "ADAM IN AETERNUM"


A pesar de los tiempos difíciles que nos ha tocado vivir, la producción y exhibición de cortometrajes de género fantástico no cesa. Prueba de ello es el cortometraje Adam In Aeternum. Un trabajo que actualmente participa en festivales internacionales y a pesar de la debacle y ruina del sector cinematográfico con la pandemia, lleva 80 selecciones y 30 premios. 

Crítica:

El ojo que nos mira. Dios es un monstruo que aprende de su creación. Así nos advierte desde su teaser cartel promocional este cortometraje. Curiosa revisión de la novela de Shelley y su inmortal criatura. Concentrando prodigiosamente el espíritu de la obra en el escaso metraje de 14 minutos. Un título que muy bien podría ser un ejercicio o práctica académica de carrera audiovisual. Si bien, el realizador apunta maneras y le queda un larguísimo trayecto. Todo en el cortometraje emana amateurismo, las interpretaciones son flojas, el doblaje forzado, el único efecto especial resulta un poco bochornoso, a nivel de adolescente jugando con un programa de ordenador…  Pero no nos alarmemos, eso son los aspectos negativos que contemplamos con condescendencia pues se adivina un creador audiovisual con mucho que aprender, pero que podrá dar mejores muestras en el futuro. Lo mejor frente al resto resulta ser la hermosa banda sonora que acompaña las imágenes. Y también es de alabar cómo con ingenio y pocos recursos consigue traer a la memoria los terrores de la Shelley, pero hubiésemos deseado algún punto de vista más osado, que el realizador aventurara algo propio más que robar ideas de fan, que hubiese corrido un poco más de riesgo en vez de recurrir a cierto clasicismo. Quizá una fotografía en claro oscuros realzaría más la trama, como sugerencia. En el guion hay una fractura importante con ese prólogo que no comprendemos si somos nuevos, que se queda descolgado, pero adivinamos al tratarse de una historia conocida, mil veces vista y leída en diversos formatos. La enseñanza o el mensaje queda más claro que las pretensiones del realizador: lo difícil que resulta encontrar un verdadero amigo, o alguien a quién querer, en un mundo desorbitado por la velocidad del progreso. El solitario epílogo cierra la reflexión.

Miguel Ángel Plana


Pedro Jaen R. comenzó de forma autodidacta en 1996, con obras relacionadas con la imagen sintética y relatos literarios, así como sus primeros cortometrajes. En 2000 marchó a Madrid a estudiar Comunicación Audiovisual en la Universidad Europea, donde se licenció en 2005. Allí trabajó en numerosos cortometrajes, entre los que destacó X-Y (2004). Completó su formación con el director/productor Antonio Gonzalo, el prestigioso guionista Syd Field y en la ECAM. Desde 2007 ha rodado diversas obras, entre las que destacan Oftalmós, Salvación, Cuando nieva sobre el hielo del infierno y Orpheize, siendo seleccionado y premiado en festivales de todo el mundo, y asistiendo a algunos tan prestigiosos como Cannes, San Sebastián o Sitges.

https://www.pedrojaenr.es/portfolio/adam/