George A. Romero, maestro del terror de serie B y del género zombie gracias a la mítica película La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968), falleció a los 77 años a causa de un cáncer de pulmón.
Romero falleció mientras escuchaba la música de una de sus películas favoritas, The Quiet Man (1952), con su esposa, Suzanne, y su hija, Tina, a su lado.
Con aspecto de hippie con sus gruesas gafas negras y su larga coleta blanca, George Andrew Romero nació en el Bronx, en Nueva York, el 4 de febrero de 1940 y asistió a la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh (Pensilvania), donde se graduó en Bellas Artes.
Tras graduarse en 1960 se dedicó a filmar cortometrajes y programas de televisión.
Junto a sus amigos John Russo y Russell Streiner montó una productora para rodar anuncios, hasta que harto, el trío decide dar un salto a lo grande y producir en Pittsburgh una película de terror, inspirada en una de las mejores novelas del siglo XX, Soy Leyenda, de Richard ?Matheson.
No se complicaron la vida gracias a una historia muy sencilla, en blanco y negro, desarrollada en un pueblo invadido por zombis caníbales. Se trataba de La Noche de los Muertos Vivientes, donde hay sangre, como imponía el creador del cine gore Herschel Gordon Lewis, pero también acción y un claro mensaje político a través de un héroe afroamericano que morirá asesinado por error por un policía. La película se estrenó en unos pocos autocines y pronto prendió la mecha en sus seguidores: Craven la vio en una sala de Times Square; Carpenter en Los Ángeles; y Dario Argento, que entonces trabajaba como crítico de cine, en Roma. Los tres se dieron cuenta de todo el trasfondo que escondía aquel filme, en el que por cierto nunca se mencionaba la palabra zombi.
Durante los años 70, Romero y sus amigos siguieron estrenando películas de parecido contenido (también rodaron un filme de vampiros), aunque no repitieron su éxito hasta Zombi: El Regreso de los Muertos Vivientes (1978), que tras haber costado poco más de un millón de euros, recaudó más de 40 millones por todo el mundo.
George nunca dejó de trabajar, aunque a veces solo pudiera escribir guiones de películas (no dirigirlas) o de cómics.
En 2005 dirigió la cuarta película de la saga, La Tierra de los Muertos Vivientes, y como acabó insatisfecho con el resultado dirigió la quinta parte dos años después, El Diario de los Muertos, saltándose la cronología de la saga.
En 2007, en su visita al festival de Sitges, confesó en una entrevista su extrañeza ante la consideración de padre fundador del moderno cine de terror estadounidense: “Cuando me lo dicen, no me lo creo. Siempre he sido un director modesto, que ha desarrollado su trabajo fuera de Hollywood y por debajo de los radares de la industria y, de repente, me quieren convertir en el Padrino. Sólo en mis últimas dos o tres películas he notado cierto dominio del arte de dirigir”.