La 32ª Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián y la galería Corner4art de Sitges (Barcelona) presentan una exposición dedicada al ilustrador barcelonés Manuel Sanjulián (1941). En esta muestra, que se inaugura el día 27 de septiembre en el Centro Cultural Okendo y que permanecerá abierta hasta el 13 de noviembre, se podrán ver alrededor de un centenar de trabajos de Sanjulián.
Durante la 32ª Semana de Terror, que tendrá lugar entre el 29 de octubre y el 5 de noviembre, el propio Sanjulián visitará San Sebastián para hablar de su obra con el público.
La exposición incluye el estreno del documental Sanjulián, el poder de la ilustración (2021), dirigido por David García Sariñena, que se podrá ver durante toda la muestra.
Seguro que en algún momento te has cruzado con una ilustración de Manuel Pérez-Sanjulián Clemente, más conocido como Sanjulián. Quizás entonces no supiste que era suya, pero seguro que no la olvidaste fácilmente. Así es su obra: visceral, impactante, arrebatadora. Y aun así, en España apenas empezó a recibir un tímido reconocimiento cuando su trabajo para el mercado estadounidense fue llegando a través de revistas como Dossier Negro, Vampus o Rufus. Publicaciones que, durante los años 70, editaban material original de Warren Publishing (por supuesto, siempre filtrado por la omnipresente censura de la época).
Tras una primera etapa profesional en la que intentó abrirse camino como guionista y dibujante de historietas sindicadas, Sanjulián encontró su lugar en la ilustración para el mercado extranjero. Un contexto profesional que le daba libertad de acción (y dentro de ella, la posibilidad de introducir detalles eróticos imposibles para la España franquista) y le permitía aplicar tanto su dominio de la técnica de la pintura al óleo como su detallismo expresivo. Un arte que es una mezcla de influencias, desde Hal Foster hasta Diego Velázquez, pasando, entre otros, por Frank Frazetta y Francisco de Goya. Y que germina en una explosión imaginativa donde brilla tanto su distintivo uso de los colores como, sobre todo, el cuidado puesto en la composición y en la disposición de las figuras sobre el cuadro.
Sin embargo, que se recuerde con cariño (y algo de nostalgia) su etapa Warren no debería ocultar la auténtica grandeza de la figura de Sanjulián. Y es que, como buen ilustrador, su estilo, manteniéndose personal y reconocible, es capaz de adaptarse y flexibilizarse para reflejar con mayor precisión el espíritu de los materiales de los cuales parte. Eso hace que su Conan, aunque influido por su admirado Frazetta, sea un Conan absolutamente intransferible. De la misma manera que sus aproximaciones al terreno del western (secas, concisas) destilan un amor tanto al género como, en general, al cine, difícil de replicar. Un vínculo personal y profesional hacia el séptimo arte que provenía ya de sus primeros pasos dentro de la Hispano Foxfilm. Dicha singladura le dio unas bases para la composición de carteles fílmicos que, con su estilo propio ya totalmente maduro, brilló en su boceto para El Imperio contraataca (1980) o en todas sus colaboraciones con Juan Piquer Simón.
Tonio L. Alarcón